2/12/08

Nostalgia

No puedo evitarlo, la siento y mucho. Siento nostalgia de todo y por todo. La mañana en concreto es el momento en el que me viene, me golpea, me aturde. Me deja medio boba, medio ciega, medio llorosa.. Nostálgica perdida.

Nostalgia de la isla, o mejor de las islas en plural, de todas y cada una, unas más que otras, también es cierto pero todas al fin y al cabo. Nostalgia de la isla y de lo que hace que una isla sea una isla; el mar, el océano circundante. Pozo sin fondo o con abismos donde te buscas y te encuentras.


También nostalgia de la naturaleza, de la naturaleza que aquí también existe por supuesto, pero a la que no me acerco desde mi llegada a este continente. La urbe es lo que hay ante mis ojos. La ciudad con todas sus cosas buenas y todas sus cosas malas. Como la vida. Pero yo añoro la tierra, el olor a lluvia, el cielo sin cables, las flores, las piedras. Porque Cochabamba vibra y tiene ritmo y energía y sobre todo es extraña y nueva ante mis ojos, pero es una ciudad.

Al ser mi viaje elegido y cariñosamente planificado y encontrarme así, de frente con la nostalgia... ¿cómo se sentirán las personas que tienen que irse, sin quererlo? Imagino mi nostalgia multiplicada por 1000 y me quedo sin aire.

Será el proceso de adapatación. Lógico. Ya se te pasa la euforia inicial, te vas acostumbrando. Y te acuerdas de lo que has dejado atrás. Del mar, del cielo, del olor a marisco en el aire, del olor a limpio tras la lluvia

del olor

del color


No hay comentarios: