Qué rapido ha pasado el tiempo. Ya llevo una semana en Cochabamba y aunque parece que llegue ayer tengo la sensación de que llevo aquí mucho más tiempo. Los días han ido pasando y cada vez me encuentro un poquito más aclimatada. Hace calor aquí. Por ahora no he sentido en absoluto las típicas molestias de estómago de cuando uno viaja y cambia de comidas. Y de comidas va la cosa por estos lares... bien que les gusta comer!! Tienen 1000 y un platos típicos, por no hablar de sopas, bebidas... un universo de variedad! El único elemento, fundamental para mí, que brilla por su ausencia, es el pescado... Ay Dios!! quién trincara una viejita con papas sancochadas y mojito cilantro!! Supongo que en el supermercado podremos comprar pescado congelado, pero no me entusiasma mucho la idea... En las zonas rurales, cerca de donde hay ríos, se puede comer trucha, que por lo visto está buenísima... Espero ansiosa verles el jocico a esos pescaditos.
Otra cosa que me llama la atención muchísimo es que no acostumbran a tomar café.. No me cabe en la cabeza! Pero si en Bolivia se cultiva café Y TIENE FAMA MUNDIAL! Esto lo llevo casi peor que lo del pescado. No toman café, o al menos el concepto nuestro de café. Aquí la gente compra café soluble que lo diluyen en agua. De esta mezcla resulta un caldo "aguachento" o "aguachingá", al gusto del consumidor. He rebuscado por toda la ciudad intentando conseguir una cafetera espresso normalita de las de toda la vida, pero nanay. Encontré una en una tienda hiper pija que costaba 36 $... jamás me la compraré. Pero más que el café de la casa echo de menos el de los bares... ay, que rico es tomarse un cortadito bien oscurito en un bar!
Aquí a lo que le pegan sin tino es al "matecito". Las infusiones triunfan. Como cosa novedosa y boliviana 100% está el mate de coca. ¡Está rico!
A mí me recuerda al té verde japonés, uno que se llama bancha o sencha, y tiene un sabor como marino, como a algas.
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